Vientos que al invierno desvanecen
ahuyentando tardes; tristeza...
En cristales anochecida.
Tiempos que entre silencios juegan.
Dulce el clamor de las cuerdas -¡Día!-
Lluvia y cielos florecidos.
Piadosas entre sueños, alondras del desvelo
consintiendo del mar sus armonías,
terciopelos y un ayer - ¡Copas ya muy rotas!-
Profundo el cuerpo del molino sin desván.
Aperturas de violín cual río
en aquel capítulo solemne.
Respiros de la bruma en medio verso
y arcos de sollozo universal -¡Vacíos!-
Entrega del olvido, de cantos ya exento
llorando al mar en su otoño,
-¡Némesis en la obertura!-
Superflua rendición del frío y su aposento.

Un abrazo Esteban. Por aquí tienes una nueva lectora.
ResponderEliminarClara, bella Clara, gracias infinitas por estar en este rinconcito. Eternamente cálido tu abrazo.
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